viernes, 3 de diciembre de 2010

Invierno en el camino


Viento, frío, lluvia, nieve, temperaturas bajo cero… el invierno es una autentica prueba de titanes para aquellos que se atrevan a hacer el Camino. Por si fuera poco, las inclemencias del tiempo no son el único enemigo del peregrino, ya que también hay que tener en cuenta la soledad y la existencia de muchos albergues cerrados en estas fechas. Pero no todo es negativo, hay días soleados en los que caminar resulta más agradable que en ninguna otra época, no hay que pelearse por encontrar cama y los vecinos de los pueblos son más receptivos tras la avalancha de peregrinos del verano.

El frío de la meseta pasa factura, especialmente en las etapas castellanas. En verano es el calor; en invierno es el frío el que las hace duras. Los campos, que por estas alturas carecen de color porque no están sembrados aún, se cubren al amanecer con una fina capa de escarcha que los blanquea por unas horas.

La nieve hace acto de presencia a menudo, pero al margen de jornadas complicadas, no suele ser un impedimento para el caminante. Conviene, eso sí, informarse antes de salir, porque una tempestad en plena etapa puede resultar peligrosa.

En caso de que las alturas de Cebreiro estén nevadas, conviene tomar un desvío alternativo: el Camino del Invierno, una variante que comienza en Ponferrada y que, a través de las Médulas y la Ribeira Sacra, lleva hasta Arzúa, de nuevo en el Camino Francés.


Ya lo sabéis, peregrinos del invierno, mucho ánimo, buen equipamiento y pocas prisas.

 ¡Buen Camino, amigos!

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